ANOMIA EN EL
DEPORTE.
La Anomia en el
deporte, como la falta de normas o aquellas conductas que pudiendo estar dentro
de los reglamentos, se desvíe de las normas o conductas aceptadas socialmente.
El término de anomia
se emplea en sociología para referirse a una desviación o ruptura de las normas
sociales, aunque no de las leyes y fue introducido por Émile Durkheim y Robert
K. Merton.
El deporte, y
las actividades físicas y recreativas, poseen rasgos incuestionables de
inserción social, por ser actividades tan expandidas y que reúnen la adhesión
de tantas personas y grupos familiares. El patio, cancha o el gimnasio, son las
únicas aulas donde la mente y el cuerpo se funden en actitudes integrativas, de
superación, de convivencia, de adversidad y hasta de flaquezas.
Este concepto,
poco conocido y manejado es importante tenerlo en cuenta para saber que toda
actividad deportiva debe tener ciertas normas, las cuales pueden de cierta
manera regular la actividad de todos los que practican el deporte y de esta
forma evitar desviaciones en la conducta de todos los participantes por no
tener claros los límites entre lo que sería permitido y lo prohibido.
LIMITES HUMANOS
DEL DEPORTE DE ALTO RENDIMIENTO
El Deporte de
Alto Rendimiento tiene como objetivo fundamental llevar al ser humano a su
máximo rendimiento: en capacidades físicas, técnicas, e incluso psicológicas,
en búsqueda de los mejores resultados.
Dentro de la
práctica deportiva, existen ciertos límites que nos marcan la dinámica que
llevará el entrenamiento. Estos límites serán definidos por la eficiencia de
movimiento que caracterice a cada persona en particular; conocido como nivel de
rendimiento. Los diferentes niveles de rendimiento dan como resultado el nivel
de exigencia de cada día. Cuando un individuo comienza la práctica de un
deporte por primera vez, los niveles de exigencia son determinados por los
resultados de un sinnúmero de pruebas evaluatorias iníciales, las que nos
muestran (a manera de panorama general) el estado de desarrollo de cada una de
las capacidades del ser humano (coordinativas, condicionales, cognitivas y
Psicológicas).
En todos los
deportes vemos como cada vez se establecen nuevas marcas y récords, que en
muchos casos parecían imposibles de realizarse, o hazañas de atletas a quienes
podemos considerar como verdaderos "superhumanos" y que, gracias a la
evolución natural de las capacidades del ser humano, así como a la ayuda y
avances en las ciencias y tecnologías aplicadas al deporte han permitido que se
sigan estableciendo récords y marcas en el deporte de alto rendimiento.
Actualmente, se
trabaja sobre el cerebro de los deportistas, se aplican los conocimientos de la
ciencia al entrenamiento diario, algo que se consigue, por ejemplo, a través de
ejercicios para mejorar el campo visual y acortar los tiempos de reacción
frente a un estímulo. Según un estudio del Centro Nacional de Alto Rendimiento
Deportivo (CENARD), esto mejora en un 19% la velocidad de respuesta.
“El 80% de la
información ingresa al cerebro a través de los ojos, y éstos se mueven por
medio de seis pares de músculos que son entrenables. Si esto se trabaja, se
acortan los tiempos de procesamiento de la información en el cerebro y la
respuesta motora es más rápida”, explica Fernando Fossati, uno de los
directores de Acumen, el único centro de entrenamiento visual, físico y mental
para deportistas profesionales y amateurs del país. Nació con el objetivo de
ofrecer una propuesta que complemente el entrenamiento físico: herramientas
para el manejo del estrés, la toma de decisiones en momentos de presión y, a
fin de cuentas, la optimización del funcionamiento del cerebro.
DEPORTE, CULTURA
Y SOCIEDAD
Deporte, cultura
y sociedad son conceptos que hoy en día están fuertemente entrelazados. Así, el
deporte es un elemento fundamental en la formación y en la mejora de la calidad
de vida de nuestra sociedad. Igualmente, los grandes acontecimientos
deportivos, como fenómenos de masas, forman parte de la cultura y no es posible
entender una sociedad moderna sin el deporte como componente esencial. De esta
forma, el deporte es motor de nuevos avances tecnológicos, fomenta valores que
constituyen una actitud ante la vida, potencia la autoestima y es protagonista
principal de la actividad de los nuevos medios de comunicación global.
El deporte es
uno de los fenómenos más amplios y difundidos en nuestra época; uno de los
sucesos de nuestro tiempo, hecho individual y social de grande intensidad, así
como una forma hoy muy popular de utilización del tiempo de ocio[6] (Seoane
2003). Su expansión puede ser considerada una de las primeras manifestaciones
de la mundialización, con respecto del incremento del número de participantes,
de los intereses mediáticos y de las inversiones económicas (Hobsbawm 1991).
Padiglione (1996) propone algunos argumentos que justifican el éxito del
deporte cuando habla de su capacidad simbólica de representar la tensión entre
la unidad y lo múltiple, el orden y el caos, la interpretación compartida y el
rumor polisémico: capacidad que puede ser completada con un cierto potencial de
canalización del sentido del mundo. Cagigal (1975), en cambio, centra en el
carácter competitivo concretado en la espectacularidad. El deporte es un
concepto sui generis, dotado de una irresistible capacidad de penetración
cultural y dilatación social con diferentes comportamientos, valores, marcos
expresivos y cognitivos.
La Cultura es el
rostro de la personalidad del hombre, por lo que manifiesta tanto la
consecución de sus valores como las de la sociedad donde vive. La cultura de
una época tiene sus cimientos en esos valores de los hombres y su manifestación
más evidente en el contexto social. Considerando al deporte dentro de la
meditación anterior nos dice que este está insertado en una Época Cultural
determinada, como elemento legítimo y como real representante de esa sociedad y
de su cultura.
El deporte es
entonces un ámbito muy presente en lo cotidiano. Es una manifestación única,
capaz de conformarse como un universo cultural de dimensión planetaria
susceptible de atravesar barreras idiomáticas, políticas y religiosas e
instaurarse en las costumbres de millones de seres: «el deporte se instituye en
nuestras sociedades (en el mundo) como práctica privilegiada de lo
elementalmente humano, lugar donde la diferencia desaparece, el mundo se
reconcilia y el conflicto cede para permitir gritar los goles de Salas, Ronaldo
o Batistuta» (Alabarces 2003:17). Tiene la potencialidad de ser elemento de
unión social a través de valores como la igualdad, la solidaridad, la lealtad,
que – aunque no sean universales – pueden lograr a hacer comunicar en manera
recíproca las culturas. En un contexto donde las cuestiones identitarias,
multiculturales, de integración, de género, etc. son cada vez más urgentes, el
deporte, en su connotación más límpida, puede dar esperanza de recomposición a
una sociedad post-moderna híbrida, fragmentada y "líquida". Se trata
de un fenómeno con un gran impacto social, que genera hondas pasiones,
reconstruye identidades colectivas y despierta profundos sentimientos de
pertenencia. El espacio deportivo se ha convertido en un lugar de reunión donde
se re-liga la sociedad y se materializa la comunitas, es decir un espacio
ritual, según la definición de Turner (1988), que hace posible obviar las
diferencias estructurales entre los individuos y que propicia la comunión entre
quienes usualmente se encuentran separados estructuralmente por diferencias de
rol y estatus[29] (Sánchez 2003a).
PROBLEMÁTICA DEL
DOPING EN EL DEPORTE
Desde siempre el
hombre ha buscado superar a sus rivales y no ha escatimado medios para hacerlo.
Uno de estos medios es el dopaje que es la toma o aplicación de sustancias para
modificar su rendimiento y que pueden resultar peligrosas para la salud. El deportista
se ve afectado desde un triple punto de vista:
1. Las sanciones
deportivas y económicas que puede sufrir en caso de verse implicado en consumo
de sustancias prohibidas, dopaje en definitiva.
2. El
desprestigio personal que supone verse implicado en un tema de dopaje.
3. Las
consecuencias negativas que el dopaje tiene para su salud.
Una milésima de
segundo, un centímetro de más, separa el éxito del fracaso cuando la presión es
máxima en el deporte. La sombra de la competición sigue siendo el dopaje, una
trampa siempre tentadora que sigue de actualidad en el reciente Mundial de
Atletismo o en el último Tour de Francia. Más allá de defender la “sagrada
lucha” a favor de un juego limpio y exento de trampas, los médicos advierten de
los diversos problemas de salud que se derivan de las sustancias dopantes y que
pueden ser de por vida.
“Dependiendo de
la sustancia va a dañar un organismo u otro”, asegura Tomás Fernández Jaén,
jefe de la Unidad de Medicina Deportiva de la Clínica Cemtro, en Madrid. Varios
son los riesgos del dopaje, muchos de ellos irreversibles e incluso, mortales.
“Son sustancias que no pasan ningún tipo de control médico”, añade Fernández
Jaén.
El camino de la
gloria está empedrado de aspirantes que optaron por la opción equivocada y se
dejaron llevar por equipos médicos o la ignorancia. El dopaje afecta a los
profesionales y a los aficionados. Los gimnasios son, en cierta media, el
origen de la trampa. La última redada en estos locales ha concluido con la
incautación de miles de dosis dopantes.
Algunos
deportistas compran y consumen sustancias que a largo plazo pueden provocar
“fallos renales, paros cardíacos, daños en el aparato locomotor y problemas de
fertilidad”, según el jefe de medicina deportiva de Cemtro.
La utilización
de sustancias que mejoran el rendimiento físico siempre ha estado en cuestión.
Casos como el del velocista Ben Johnson en los Juegos Olímpicos de Seúl de
1988, el año en el que la palabra dopaje se hace pública en las grandes
competiciones. La imagen de otro mito como Lance Armstrong se evaporó tras
confesar lo que muchos sospechaban.
También el
deporte guarda recuerdos de deportistas que se han dejado la vida en plena
prueba, como el caso de Tom Simpson. Mermado físicamente por problemas de salud
y por las altas temperaturas, el ciclista británico se derrumbó en la cima de
Mont Ventoux en el Tour de Francia de 1967. Los médicos determinaron que la
causa del fallecimiento fue una insuficiencia cardíaca producida por el consumo
de anfetaminas.
Otros
deportistas sufrieron consecuencias irreparables. Como la historia de la
lanzadora alemana Heidi Krieger. En plena República Democrática Alemana, la
deportista de élite conquistó en cuatro años tres oros, dos platas y un bronce.
Al mismo ritmo que subía su marca cambiaba su aspecto físico: sus espaldas se
ensanchaban, el tamaño del pecho disminuía, la voz se agravaba y el vello
crecía en zonas donde nunca lo había tenido. Todo ello gracias a un componente
sintético: el Oral-Turinabol, un esteroide derivado de la testosterona que le
proporcionaba su médico.
Comentarios
Publicar un comentario